ERES EL LECTOR NÚMERO...

martes, 26 de julio de 2011

Cóctel de emociones

La vio acercarse a la barra desde lejos con sus andares de reina, varias cabezas se giraron a su paso, evaluándola de manera apreciativa, pero ella no se daba cuenta. La observó con adoración mientras se sentaba en una esquina de la barra y tragó saliva al comprobar que le hacía una seña.
Cuando le pidió una ginebra con hielo y limón con su voz grave y aterciopelada, decidió que no iba a dejar escapar su oportunidad. En un derroche de maestría, concentró todo su ser en la preparación de ese cóctel especial mientras ella tamborileaba distraídamente con los dedos sobre la barra.
Recordó el primer día en que llegó al hotel, sola y con un velo de tristeza en sus bellos ojos, el primer ingrediente en la coctelera.
Le vinieron después a la cabeza, las cálidas noches de verano en que había estado observándola desde su lugar en la barra, siempre sola, siempre con la mirada perdida en algún punto lejano en el horizonte, un chorro de licor dorado a la coctelera y otro ingrediente más.
Pensó con un suspiro profundo en aquella vez que la había seguido en su paseo solitario por la playa, casi le descubre pero afortunadamente no lo hizo, unas gotas de esencia y un poco del zumo de esa fruta exótica.
Se extasió ante el recuerdo de la contemplación de su hermoso cuerpo desnudo cuando decidió bañarse en aquella cala solitaria mientras él moría de amor entre las rocas, unas gotas del ingrediente secreto.
Una sombra cruzó su rostro cuando la imagen de aquel sujeto que la abordó la noche pasada en el restaurante, le pasó por delante como un mal sueño, se había sentado a su mesa y habían compartido la cena mientras el se retorcía de rabia en su rincón, pero luego se marchó solo y ella se quedó fumando un cigarrillo y su corazón volvió a latir con calma, un poco de hielo picado.
Cerró la coctelera con un suspiro y la agitó entre sus manos vigorosamente, mientras enrojecía recordando el sueño de la noche anterior, y de la otra, y de la otra.
Después, se le acercó tímidamente y le expresó su deseo de invitarla a un cóctel que había ideado en su honor, ella iluminó su rostro con la sonrisa mas hermosa del mundo y le dijo que si, pero que sólo si lo compartían. Su alma gritaba de alegría cuando preparó dos esbeltas copas que llenó ceremoniosamente con el maravilloso líquido color cobre.
Levantaron las bebidas al unísono y sus manos quedaron suspendidas por un momento en el aire, observando el burbujeante líquido como si de un embrujo se tratara, pura alquimia.
Bebieron un sorbo, cerrando los ojos y echando la cabeza hacia atrás, ella dejó que el liquido resbalara cálido por su garganta, inundándola de tantas y tan variadas emociones, que por un momento pensó que se iba a desmayar. Sentía una calidez profunda y un sabor ligeramente dulce perfumaba sus labios, abrió los ojos muy despacio y los clavó en el con tanta intensidad que parecía que iba a abrasarle con sus ascuas.
Dos días mas tarde esperaba de nuevo con su porte de reina y sus maletas, la llegada de un taxi en la entrada del hotel. Vestía de forma discreta y deportiva y unas gafas oscuras cubrían sus ojos para protegerlos de la intensa luz del mediodía.
Desde la barra del bar de la terraza, el camarero secaba vasos y atendía a los pocos clientes que a esa hora estaban allí,  sin quitarle ojo de encima.
El taxi se hizo visible, el taxista cargo su equipaje y subió al coche, ella se dispuso a hacer lo mismo pero antes, miro por encima de su hombro buscando al camarero entre la gente, una vez lo vio, levanto sus gafas, le guiñó un ojo y con los labios formó una frase: te espero en dos días, el sonrió y asintió con la cabeza de manera imperceptible, ella subió al coche.
Nota de la autora - relato creado para participar en el concurso de relatos Dont not disturb, cuyo título y tema central debía ser "cóctel de emociones" organizado por el hotel Montíboli.

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